Anécdota: Puntos de vista
Cuando mis hijos eran pequeños, me llamaba la atención sus respuestas a las preguntas que les hacía. Eran lógicas, pero diferentes entre sí.
Si, por ejemplo, uno de ellos llegaba llorando porque se había golpeado, me mostraba la zona dolorida del cuerpo cuando le preguntaba “¿Dónde te golpeaste?”
Ante la misma situación, en cambio, el otro me señalaba el mueble o pared donde había sucedido el accidente.
Ambas respuestas eran correctas. Sin embargo, sólo la primera era útil para comenzar el diagnóstico del niño y actuar para resolver la contingencia. La segunda sólo era relevante para tomar acciones de manera de evitar que se repitiera la situación.
Los niños razonan de manera muy lógica. Los papás, a veces, no hacemos las preguntas correctas.
¿Existen ejemplos similares en las empresas? ¿Cómo afectan a las relaciones interpersonales?
Dr. Héctor Debernardo.
Gracias por compartir estas reflexiones Doctor. En efecto, muchas veces al identificar una posible restricción o una posible barrera/error, se hacen preguntas para solucionarlas, sin embargo en muchas ocasiones no validar dichos supuestos provocan que el entendimiento de la causa raíz sea distinta. Todo ello se traduce en acciones que solo distraen o desgastan las relaciones.
Algo que a mi me ayuda a un mejor entendimiento de dichas situaciones es:
– hacer tres niveles de pregunta (como por ejemplo porque o para que)
– repetir y compartir con los demás el entendimiento que tenemos de la situación y su solución.
– asegurarse de que no quedan supuestos en el «aire»
Estimado Doctor, muchas gracias por tan excelente relación de cuestiones vivenciales simples con aspectos corporativos que a veces, por la cantidad de información que manejamos, no nos damos cuenta que no hacemos la pregunta correcta.
Gracias nuevamente.