No reciclarse hace peligrar el futuro de la alta dirección
El avance espectacular de la tecnología en las últimas décadas y la globalización de la economía han ocasionado una saturación e inestabilidad en el mercado que obliga a las empresas a estar en continuo cambio para adaptarse a las exigencias del cliente y ser competitivas. Lo que ayer valía, hoy no vale, y lo que hoy vale, mañana no valdrá; de ahí que la alta dirección siempre tiene que dudar de su actuación profesional, por muy bien que haga las cosas.
Normalmente, cuando las cosas van bien, si no nos planteamos la duda de que lo podemos hacer mejor, y sobre todo si nos olvidamos del futuro, nos acomodamos, ya que las personas somos reacias a los cambios. Esto no es bueno. Una de las actitudes más importantes de la alta dirección, dado el vertiginoso avance tecnológico, es tener cultura de cambio.
El concepto de cultura de cambio y la necesidad de reciclarse profesionalmente es fundamental y de máxima prioridad. Una empresa sabe que con capital humano adecuado se mejora la productividad en los puestos de trabajo, progresa la calidad y la organización se adecua a las nuevas tecnologías y cambios del entorno. Es uno de los principios vitales en la dirección de empresas y la alta dirección debe ser la primera implicada.
La carrera profesional tiene que diseñarla el propio directivo ya que tiene que ser dueño de su destino. Pero formación permanente o reciclaje es un concepto amplio que, además de asistir a cursos de formación y seminarios, incluye dedicar tiempo a pensar. Las prisas por hacer los deberes de cada día no deben impedirlo. Y una vez definida y planificada la carrera hay que comprobar si ha variado nuestra situación, si los resultados del reciclaje están en línea con el rumbo elegido.
Dr. Ángel Baguer Alcalá